19 may 2010

"Negro"



Me gusta escribir.


Siempre lo he hecho bastante y, de hecho, cuando dije a mi madre que pretendía dedicarme a la interpretación, me preguntó "si no preferiría ser escritor" (puestos a ser artistas) que se me dab muy bien.


Las madres...


La cuestión es que sí, que no se me da mal escribir y ademas he hecho un par de cursos (de dramaturgia con Alfonso Plou y de guión de cine con Ramón Aguyé) que me han proporcionado buenas herramientas para escribir teatro.


A lo que quiero llegar: Tengo un par de amigos, Fran Martínez (Actor de teatro Pezkao y de Los Mancusos) y Minerva Arbués (Que próximamente trabajará en la película de Paula Ortiz, "De tu ventana a la mía") que están haciendo otra de esas tareas que nos sustentan a los actores: Trabajando impartiendo clases extraescolares de teatro en colegios.


Pues bien, ambos me pidieron (a cambio de un precio) si podía escribirles las obras de teatro de sus niños (en realidad, con los de Miner no tenía opción, puesto que antes fueron "mis niños", una historia de derrota personal que contaré otro día). La historia va de que ayer terminé la última de las dos obras que le debía a Fran, pero fué un esfuerzo intelectual supino, puesto que me pilló el toro y tuve que escribir 6 hojas ¡En 40 minutos!


Imagino que para un escritor de series diarias de TV no es mucho, pero para mí fue todo un reto superado.


Además, me gustó como quedó (Si averiguo cómo poner textos aparte en el blog, colgaré obras, sketches y "cosas" de las que escribo).


Pero la odisea no terminó al estar el texto escrito, porque Fran lo necesitaba antes de las 16:00, ya eran las 13:15, yo tenía una comida a las 14:30 y yo aún no me había duchado ¡Ah! Y lo necesitaba impreso, y yo no tengo impresora. Y otro "¡Ah!" mas: Algún desparensivo hijo de puta me ha robado la bicicleta éste finde.


Corre a ducharte, pasa la información al pen, corre a la Aljafería (Una compañera de "el porvenir está en los huevos", Maite Sequeira, trabaja allí y nos había invitado a "comer en palacio"), le pido si me lo puede imprimir, lo hacemos, come a toda pipa, deglute el postre, pide a un compañero prestada la bici, corre a la puerta del Carmen a entregar el texto y vuelve para la hora del café.


La dura vida de un "Negro".

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