Hay algo que intento enseñar a mis alumnos de Teatro, y es el valor del fracaso. En la vida hay que saber lidiar con todo: Hay que aprender a disfrutar y evaluar el éxito, hay que ser resistente a la monotonía e intentar eludirla al máximo, y que aceptar el fracaso y procurar aprender de él.
Lo digo, porque, como muchas otras veces, éste fin de semana, he fracasado. Y no lo digo tanto porque hayan venido 9 personas a Gromeló y 1 persona (Función suspendida, claro) a la Sala de Abajo. no es por eso. Eso puede suceder y ser mala suerte. Pero no es el caso, en esta ocasión he fracasado porque no he hecho todo lo que estaba en mi mano, no he utilizado todos los recursos a mi disposición, y no he empleado todo el tiempo del que dispongo para evitar esa situación.
Ojo, conductor: No confundir ésto con la moral judeocristiana del "mea culpa", se cuando no lo es, se que a veces las cosas suceden sin mas, por azar. Pero no asi éste caso.
Creo que es fundamental hacer ésto, huir de los siempre que se pueda, fáciles recursos de "el mundo y el sistema conspiran contra mi persona"... es la única forma de que cuando quieras criticar y evaluar el estado de algo, la gente te tome en serio.
Y ya que estamos hablando del fracaso, os voy a regalar una herramienta muy útil, sacada del libro "Cómo orquestar una comedia" de John Vorhaus, (gracias, Gaizka Urresti, por déjarmelo mas tiempo del que hubieses querido) cito textualmente:
LA REGLA DEL NUEVE
De cada diez chistes ue cuentes, nueve serán una basura. De cada dez ideas que tengas, nueve no funcionarán. de cada diez veces que te arriesgues, nueve fracasarás.
¿Deprimente? En realidad no, en realidad la regla del nueve acaba convirtiéndose en algo liberador porque en cuanto se aplica se pierde de manera instantánea y permanente ese tóxico sueño de triunfar cada vez. es esa esperanza y el consiguiente miedo a fracasar lo que da a nuestro editor feroz ("editor feroz" es un concepto que explica en el libro, básicamente es esa parte de nuestra mente que nos bloquea diciendonos que nonos molestemos en hacer algo porque si fracasamos nos sentiremos muy mal) tanto poder sobre nosotros. Elimina el sueño y habrás eliminado el poder. Simple y claro: un instrumento.
Un momento, ¿No hay algo contradictorio en todo esto?¿No acabo de decir que no se puede dar por sentado el éxito ni el fracaso?¿No he dicho que no lo sabrás hasta que pruebes? Entonces, ¿Cómo puedo esperar un horrible e insignificante diez por ciento de éxito en nuestros esfuerzos cómicos?
Realmente no puedo. en realidad, no tengo una base lógica sobre la que apoyarme. invoco la regla del nueve no como algo totalmente cierto, sino como otra ficción útil que me ayuda en mi interminable batalla contra el miedo.
Realmente no puedo. en realidad, no tengo una base lógica sobre la que apoyarme. invoco la regla del nueve no como algo totalmente cierto, sino como otra ficción útil que me ayuda en mi interminable batalla contra el miedo.
Tal vez pienses que me estoy desviando del tema. Después de todo, ¿Qué diferencia hay entre temer al fracaso y asumir el fracaso? La respuesta es lo que esperas conseguir. Cuando esperas un éxito, temes el fracaso. Tienes algo que perder. sin embargo, con la regla del nueve, tus espectativas son tan pocas al principio que casi no tienes nada que perder. Pero espera, aún hay mas.
Si uno sólo espera que funcione uno de cada diez chistes, será lógico que necesite cientos y cientos de chistes malos para crear un volumen de trabajo decente. Habrá que intentar y fallar, intentar y fallar e intentar y fallar e intentarlo otra vez mas para llegar al punto en el que uno intenta y no falla. por mera lógica matemática uno acaba convencido de que el proceso del fracaso resulta vital para el producto del triunfo.
Ésto lleva de nuevo al editor feroz; aún no está muerto pero tal vez sea un poco menos mandón que antes (...)
Revelador, ¿No creeis?
Me marcho a pegar diez veces mas carteles de los que mirará la gente.
Gracias por leerme.